En esta época del año, más o menos en octubre, toca proveernos de madroños. En catalán se llaman “cireres» (cerezas) “d’arboç” (madroño) incluso tienen un nombre más coloquial por nuestras comarcas, cerezas de pastor. Su temporada dura muy pocos días, pero son ingrediente de uno de nuestros postres más significativos; el Mazizo del Garraf. Por este motivo estos días estamos inmersos en la realización de confituras de madroños.
Es una baya de color rojizo cuando está madura, es difícil encontrarlas por los mercados, pero en nuestros bosques es abundante. A mucha gente no le gusta, ya que su carne contiene muchos granos duros, molestos cuando las comemos. Incluso un consumo excesivo puede llegar a emborrachar, debido a la presencia de etanol en este fruto.